Por: Helios Ruíz
En política, pocas cosas son casualidad. Cada declaración, cada gesto y cada mitin responden a una estrategia cuidadosamente calculada. La relación entre Donald Trump y México no es la excepción. Mientras el presidente estadounidense ha encontrado en México su enemigo favorito para movilizar a su base electoral, la presidenta Claudia Sheinbaum ha sabido convertir esa hostilidad en un recurso político a su favor.
El reciente mitin en el Zócalo, originalmente planeada como una respuesta a la inminente imposición de aranceles por parte de Trump, se convirtió en algo más grande. A pesar de que los aranceles no se materializaron, la movilización siguió en pie. ¿Por qué? Porque el evento dejó de ser una reacción a Trump y se transformó en una exhibición de poder, en una reafirmación de liderazgo y en un mensaje claro de consolidación dentro de Morena.
Sheinbaum ha entendido que Trump es un adversario perfecto. Su discurso agresivo, su retórica antimexicana y su historial de ataques le han permitido a la presidenta construir una narrativa de resistencia nacionalista, que fortalezca su liderazgo y movilice a su base política.
Trump no es un político convencional. Su estrategia es la confrontación constante, el uso del miedo y la creación de enemigos externos como una herramienta de cohesión interna. Para él, México es un blanco fácil: hablar del fentanilo, la migración y la "falta de cooperación" le permite consolidar el apoyo de su base republicana, especialmente en los estados donde el sentimiento antiinmigrante es fuerte.
Pero Sheinbaum también ha sabido capitalizar este enfrentamiento. En lugar de evadir la pelea, la ha utilizado a su favor. En enero, cuando Trump aún era presidente electo y sus amenazas eran inminentes, Sheinbaum convirtió su discurso en una defensa de la soberanía mexicana, y ese mismo tono se mantuvo en el reciente mitin en el Zócalo.
El mensaje fue claro: México no se doblega. Más allá de los discursos y las consignas, el evento sirvió para algo aún más importante: consolidar a Sheinbaum como la nueva figura central de Morena. Aunque el nombre de Andrés Manuel López Obrador sigue presente en la militancia, es evidente que la transición ya comenzó.
El Zócalo se llenó de simpatizantes, pero también de liderazgos políticos que marcarán el rumbo del partido en los próximos años. Gobernadores, legisladores y exaspirantes presidenciales estuvieron presentes, cada uno con su propia agenda, pero todos alineados en torno a Sheinbaum.
Si bien Sheinbaum ha logrado consolidarse como la líder del movimiento, aún enfrenta desafíos internos. Hay figuras dentro del partido que tienen su propio peso y que buscarán mantener cuotas de poder, ya sea en la definición de candidaturas en 2027 o en la construcción de sus propias aspiraciones presidenciales.
El mitin también mostró la capacidad de Morena para movilizar a su base. Miles de personas fueron transportadas desde distintos estados, con gobernadores jugando un papel clave en la organización. Esta estructura es la misma que será fundamental en las elecciones de 2025, 2027 y en la sucesión de 2030.
Los líderes estatales, que han demostrado su capacidad de movilización, se perfilan como actores clave en la definición del futuro del partido. Lo que sucedió en el Zócalo no solo fue una muestra de fuerza, sino también un ensayo de lo que podría ser la maquinaria electoral de Morena en los próximos años.
Trump continuará siendo una figura central en la política estadounidense, y su discurso agresivo hacia México no desaparecerá. Sheinbaum, al igual que López Obrador en su momento, seguirá usando esta confrontación para fortalecer su liderazgo y consolidar su narrativa.
Sin embargo, a diferencia de su predecesor, Sheinbaum enfrenta un panorama más complejo. Morena ya no es solo un movimiento en ascenso, sino un partido con estructuras de poder definidas y con actores internos que tienen sus propias aspiraciones. Su desafío no solo será enfrentar a Trump, sino también mantener la cohesión dentro de su propio partido.
Por ahora, la presidenta ha logrado convertir la tensión en oportunidad. El mitin del Zócalo dejó claro que Sheinbaum tiene el control. Pero en política, nada está garantizado. La verdadera prueba vendrá cuando las decisiones económicas, las reformas internas y las tensiones dentro de Morena comiencen a pesar más que cualquier discurso contra Trump.