Claves de la comunicación política moderna. Parte XV

 

Por: @OrlandoGoncal

Estrategia de ataque y defensa II

Como se mencionó en la parte anterior, la estrategia de ataque, casi siempre, será una operación de resta.

Por lo tanto, atacar sin un sustento real, es igual a un percance. Dicho de otra manera, dado que el ataque es una operación riesgosa, la misma no puede ser realizada sin fundamentos, pruebas, hechos medibles contrastables y fácilmente demostrables.

Aventurarse a atacar al adversario con un relato falso o sin sustento, es lo mismo que lanzar un bumerán, es decir la posibilidad de que se devuelva el golpe al emisor es muy factible.

Claro está, hoy con la inteligencia artificial y las redes sociales, lamentablemente es fácil crear cualquier pieza con apariencia de verdad, atribuyéndole cualquier fuente para darle visos de credibilidad; y sin dudas, podría ocasionar daño, sin embargo, la mentira tiene patas cortas, pues posiblemente no llegará lejos, y rápidamente se devuelva.

Ahora bien, dicho lo anterior, también se debe considerar los aspectos éticos. Realizar este tipo acciones evidentemente va contra toda ética y no contribuye a elevar el debate político; por el contrario, lo mancilla y degrada, no solamente la democracia, sino la imagen del líder que emite cualquier mentira; con lo cual valdría la pena preguntarse si ¿vale la pena intentar obtener algún beneficio político, a costa de desprestigiar aún más la democracia?

Otro elemento a tener en cuenta a la hora de emitir una acción de ataque al adversario, es hacerlo por interpuesta persona, es decir, que no sea directamente el candidato o la campaña quienes ataquen, sino que lo haga un tercero ajeno a la campaña.

Esto se puede realizar siempre que se tenga certeza del control sobre las variables. A saber, se tiene la información veraz y las pruebas; se tienen a un actor extraño a la campaña que esta dispuesto a cumplir esa misión, y que ese actor, además, tenga cierto nivel de credibilidad. Reunidas y controlada esas variables, esta acción puede resultar eficaz, pues por un lado se le infringe cierto daño reputacional al adversario, y por el otro, quien sufre la perdida es quien realiza el ataque, alguien distante o extraño a la campaña y al candidato. 

Otro elemento a considerar, puesto que puede ser de utilidad para la acción anterior, es el proverbio árabe que reza: “el enemigo de mi enemigo, es mi amigo”, que trasladado a la política se podría tomar como “el adversario de mi adversario es mi amigo”.

Bajo esa concepción las estrategias pueden ser variadas, como acercamientos, estímulos, facilitando información, herramientas o elementos a que quien realice el ataque y se logre el objetivo estratégico de infringir daño reputacional al adversario, sin sufrir perdida, pues como ya se mencionó, lo hace otro adversario.

Esta táctica podría ser efectiva, sin embargo, en ocasiones los egos, la necesidad de protagonismo, o simplemente la impulsividad, hacen evidente la misma y el candidato o la campaña se exponen sin necesidad. 

Ahora bien, la anterior acción táctica debe estar precedida de claridad sobre quién es realmente el adversario. Si no se tiene precisión puede entonces la campaña y el candidato someterse a un desgaste innecesario, pues estarían atacando al adversario equivocado, al que, indistintamente que se le genere daño en su popularidad, no generará ningún beneficio al atacante.

Por ello, adicional a los elementos ya mencionados debe haber claridad en dónde está el posible traslado de votos. 

¿Por qué es importante saberlo y las causas que podría motivar ese traslado? 

Pues, porque si se ataca a un adversario que comparte un mismo segmento electoral, quizás la acción de ataque pueda hacer que ese electorado que apoya al adversario se desilusione del candidato que venia apoyando, pero al compartir principios, valores, visiones de vida similares con el candidato atacante, es muy posible que estos electores terminen rechazando a ambos candidatos y, bien pudieran inclinarse por otra opción, o sencillamente abstenerse, con lo cual, nadie gana y todos pierden.

Como se puede apreciar, la operación de ataque en política tiene muchas aristas, muchos vasos comunicantes que se interrelacionan, razón por la cual debe ser bien estudiada y ponderada con serenidad, profesionalismo y, sobre todo, con cabeza fría, corazón caliente y enfoque constante en los objetivos estratégicos que se desean alcanzar.


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