Por: @OrlandoGoncal
Estrategia de ataque y defensa I
El ataque del rival es algo que llama poderosamente la atención en la búsqueda y el ejercicio del poder.
Pareciera que los líderes están siempre disponibles para atacar al adversario o en todo momento prevenidos para un posible ataque y por supuesto la consabida respuesta.
Dado que es un tema complejo y con muchas aristas, esta sección de “Estrategia de ataque y defensa” deberá necesariamente llevar varias entregas.
Ahora bien, más allá de las consideraciones éticas, que son importantes, la realidad es que la acción de ataque siempre es una operación de resta. El objetivo no esta en que el atacante obtenga ventaja en las preferencias del electorado y que estas se vean reflejadas en las encuestas.
Lo que realmente se busca es infringir daño reputacional al adversario y que sea este el que pierda favorabilidad ante el electorado y por supuesto que eso se evidencie en las encuestas.
No tener absoluta claridad en lo anterior y emprender una acción de ataque, puede llegar a ser una apuesta de alto riesgo; lo cual puede, inclusive, llegar a revertirse para el atacante.
A modo de ilustración, antes de atacar hay que estudiar bien, para prever cuál serían las pérdidas o ganancias que se obtendrían, tanto del atacante como atacado. Si el atacante pierde un par de puntos en las encuestas y el atacado resulta con una perdida de siete u ocho o más puntos, entonces el balance es positivo para el atacante.
Sin embargo, si la diferencia entre uno y otro es apenas de un par de puntos para cada uno, el balance es negativo, razón por la cual el ataque no ha generado ningún beneficio tangible al atacante.
Otra arista importante a considerar es que la operación de ataque solo se hace para lograr un objetivo estratégico, no para la satisfacción personal del atacante. Aquí entran a jugar los egos, y si se permite que ellos se sobrepongan al razonamiento crítico y estratégico, se entra en un terreno que puede terminan siendo un riesgo para quien pretende atacar.
Como ya se dijo, si la acción de ataque es una operación de resta, no se puede permitir que la misma sea producto de decisiones hepáticas o emocionales que nada tienen que ver con los objetivos estratégicos; sin embrago, es usual ver como muchas campañas se arriesgan a ejecutar en estas acciones sin la consideración de los riesgos y las consecuencias.
Antes de iniciar la acción de ataque, la decisión debe someterse a evaluación y análisis de riesgos, así como la ponderación de los posibles beneficios y, para posteriormente diseñar la ruta adecuada del ataque.
Además, la misma deberá ser estudiada, planificada y discutida entre los asesores junto a algunos pocos miembros del equipo de campaña de máxima confianza del candidato, siempre que tengan la capacidad de mantener la sangre caliente, pero el cerebro frío.
Otro de los elementos a estudiar es la capacidad que cada uno -atacante y atacado- tienen para infringir daño. Si la campaña estudia y planifica un ataque, se debe estar claro que el adversario, seguramente responderá.
Entonces, hay que hacer preguntas obvias, ¿Está la campaña preparada para resistir el contra ataque?, ¿Se sabe con qué nos pueden responder?, ¿Qué tanta fuerza empleará el adversario para contra atacar? Estas, y otras preguntas son vitales y, deberán plantearse antes de emprender un ataque, pues quizás la campaña tenga recursos y voceros limitados para realizarlo, y quizás el adversario tenga muchos más recursos y herramientas a su disposición. Si ese fuera el caso, al lanzar un golpe, la respuesta del adversario pudiera ser decenas de golpes, pues el posee mayores recursos que los del atacante.
Entonces, no medir las fuerzas propias y las del adversario, puede tener serias consecuencias para la campaña, por lo que habría que preguntarse si vale la pena arriesgarse por no estudiar con detenimiento cada situación.
Adicionalmente, resolver atacar con el sustento necesario, es decir, con información veraz, con argumentos y hechos confirmados y sustentados; teniendo bien dimensionado el poder y la capacidad de respuesta del adversario. Lo contrario es un error para evitar en cualquier campaña. Para atacar, (como se ha dicho, reiteradamente) hay que estar preparado para ello. Improvisar, lanzar globos de ensayo “a ver qué pasa”, es una operación de alto riesgo, y como tal, puede ser perjudicial.
En esta era hiperpolarizada, donde la sociedad cada día pareciera dividirse más, las noticias falsas se propagan más rápido que una pandemia, esto aunado a las consecuencias de los riesgos cuando hay mal uso de las herramientas de la Inteligencia Artificial; ante esto, siempre debe prevalecer la estrategia inteligente y sensata antes de tomar la decisión de atacar.