La democracia resiliente

 

Por: @OrlandoGoncal

A finales del año pasado Latinobarómetro publicó el Informe 2024. Son 118 páginas que no tienen desperdicio y con alertas importantes.

Señala que: “Al parecer, se usan las elecciones como elemento para la legitimidad democrática, pero se aplaude el desempeño más allá de las normas de la democracia y se quedan con una mayoría de ciudadanos no demócratas”.

Este llamado hace del informe una lectura obligatoria para cualquier líder (político, empresarial, sindical, académico, social, etcétera) que le preocupe la democracia de su país.

Más allá de los números y de las gráficas que presenta, su lectura ofrece una perspectiva compleja sobre el análisis de los datos fríos que un instrumento como este proporciona, puesto que no solo retrata la realidad actual, sino que permite, dado los 30 años de registros, reflejar la evolución de los distintos escenarios, además de visualizar hacia a dónde podría estar evolucionando la democracia en la región, y los peligros (ya presentes) que la amenazan.

El informe lanza alertas importantes, como cuando afirma que: “Son democracias extenuadas, con elites agotadas”, y adiciona que hay una fragmentación del sistema de partidos políticos, su debilitamiento progresivo, además del desaparecimiento de partidos históricos y tradicionales a lo largo de la región. En paralelo, la aparición con fuerza del populismo que ha logrado desgastar la imagen de los partidos y, sobre todo, minimizando y debilitando el papel de estos en la democracia. 

Los partidos han perdido legitimidad en las últimas décadas por su, cada vez más creciente incapacidad de dar respuesta a las demandas ciudadanas, generando deterioro progresivo como instituciones fundamentales del régimen democrático. 

El que los partidos estén en niveles ínfimos de aceptación y credibilidad genera un efecto reflejo sobre otras instituciones del Estado, poniendo en peligro la democracia.

Por ejemplo, el informe subraya que, si bien “…los datos dan cuenta de que existe una base importante y mayoritaria de apoyo a los partidos, el congreso y la oposición como componentes indispensables de una democracia, pero simultáneamente entregan la preocupante cifra de que hay importantes minorías que opinan lo contrario”.

Es decir, para un numero importante de latinoamericanos la democracia puede funcionar sin partidos, 42% así lo piensan; sin congreso, lo manifiesta, el 39%; y sin oposición, lo dice el 37% de los ciudadanos” eso es una clara muestra de que se agotan los partidos tal cual se les conoce hoy día; y que, si estos no se renuevan, se reinventan y regresan a sus orígenes, el de ser articuladores entre los ciudadanos y el Estado, se está ante un escenario que abre las puertas a los autoritarismos.

Estos autoritarismos centran su accionar en fracturar las reglas para alcanzar una meta; pero, por muy legítima que éstas pudieran ser, no es democrático bypasearse las leyes y, mucho menos la Constitución.

A lo anterior hay que sumarle el hecho de que el voto pudiera estar perdiendo fuerza, valor y peso, a la hora de las grandes decisiones políticas, pues con partidos políticos fragmentados y débiles, con grupos de intereses poderosos, con enormes concentraciones de recursos económicos y mediáticos a su disposición, grupos que, dicho sea de paso, nadie los eligió y que son un poder fáctico, que por vía de corrupción debilitan cada vez más el Estado.

Lo anterior lleva a gobiernos ineficientes, que además de no tener capacidad de dar respuestas oportunas y efectivas a las demandas ciudadanas, van provocando un deterioro en el sistema de protección y seguridad de los Estados.

A pesar de lo anterior, el estudio sugiere que el optimismo en las sociedades latinoamericanas sobre el futuro de la economía personal y familiar es elevado, no lo es la confianza en la economía del país, pues piensa que está quizás no mejore. 

Aquí hay una alarma que los líderes deberían tener muy presentes y que el informe señala cuando dice: “Esto implica una demanda, una presión sobre la economía nacional que no está respaldada por la percepción sobre ella. Una contradicción que pone presión a los gobiernos ya que no es posible que les vaya bien a todos los nacionales y al mismo tiempo no mejore la economía nacional”.

O los líderes se enfocan en frenar el avance de las actitudes autoritarias y, por otro lado, buscan desmontar las desigualdades que sufren las mayorías y en paralelo construir e instalar un sistema de garantías sociales; o los ciudadanos deberán realizar estratégicos esfuerzos para evitar el avance de regímenes autoritarios, con la consabida perdida de las libertades.


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