En Veracruz es tiempo de mujeres, pero no cualquiera: es tiempo de las mejores


Por César Augusto Hernández

El proceso electoral de 2025 marca un punto crucial para Veracruz. Como uno de los dos estados del país que renovará sus alcaldías (212) en un contexto político y social complejo, el reto no es menor. Pero más allá de los partidos, las campañas y las promesas, surge una cuestión fundamental: ¿quiénes son las personas que deberían competir por estos cargos? La respuesta no puede estar en la improvisación ni en las viejas prácticas del compadrazgo. Hoy más que nunca, Veracruz necesita a los mejores cuadros, a las personas que no solo aspiren a gobernar, sino que entiendan el servicio público como un compromiso genuino con el bienestar colectivo.

El cambio en México y Veracruz hacia la inclusión de más mujeres en la política ha sido un avance significativo. Las cuotas de género, impulsadas en años recientes, han abierto las puertas a liderazgos femeninos que durante décadas estuvieron relegados. Sin embargo, este logro no debe interpretarse como una simple obligación de llenar espacios. No se trata de votar por mujeres solo porque son mujeres, sino porque son las mejores opciones, porque representan proyectos sólidos y porque tienen la capacidad y la congruencia para transformar sus comunidades.

¿Mujeres en el poder? Sí, obvio que sí, pero las correctas

El discurso de género ha tomado fuerza, y con razón. Las mujeres han demostrado una y otra vez que pueden liderar con empatía, firmeza y visión. Pero también es cierto que no todas las que llegan al poder representan estos valores. En el pasado reciente hemos visto casos donde mujeres electas han perpetuado los vicios del sistema político: nepotismo, corrupción, ausencia de resultados y un enfoque más orientado al beneficio personal que al bienestar común.

El simple hecho de ser mujer no es garantía de buen gobierno, al igual que el género masculino tampoco lo ha sido. La política no debería ser un espacio de cuotas vacías, sino de perfiles que, independientemente de su género, ofrezcan propuestas reales y resultados tangibles. Por eso, es crucial que, en este proceso electoral, los partidos no elijan candidatas solo para cumplir con la ley, sino porque son las mejores en sus comunidades, porque tienen trayectoria, vocación y capacidad para gobernar.

Un llamado a los partidos: priorizar la calidad, no la conveniencia

El primer filtro para garantizar gobiernos eficientes está en los partidos políticos. Son ellos quienes tienen la responsabilidad de seleccionar a sus candidatos y candidatas, y es ahí donde muchas veces se cometen errores fatales. Las alianzas internas, las imposiciones desde las cúpulas y las decisiones basadas en popularidad momentánea han dado como resultado administraciones mediocres o, peor aún, dañinas.

Es tiempo de que los partidos entiendan que no pueden darse el lujo de improvisar. Las alcaldías son el nivel de gobierno más cercano a la ciudadanía, y por ello, es donde las decisiones mal tomadas tienen un impacto más directo y devastador. En lugar de priorizar a quienes prometen votos fáciles o garantizan el control del poder local, los partidos deben apostar por quienes han demostrado, con hechos, que son capaces de generar un cambio positivo.

Veracruz: tierra de retos y oportunidades

El estado de Veracruz enfrenta problemas graves y estructurales que van desde la inseguridad hasta la falta de infraestructura básica en muchas de sus comunidades. Estos desafíos no se resolverán con discursos vacíos ni con candidatos que buscan el poder como un trampolín para su carrera política o para beneficiar a sus círculos cercanos.

Por ejemplo, municipios como Coatzacoalcos, Minatitlán y Poza Rica requieren liderazgos capaces de reactivar sus economías locales, mientras que zonas rurales como Papantla, Zongolica y Huayacocotla necesitan gobiernos que garanticen servicios básicos como agua potable, educación y salud. En las áreas urbanas, como el puerto de Veracruz o Xalapa, el reto está en la planificación urbana, la movilidad y la recuperación de espacios públicos. Cada región tiene necesidades específicas que solo pueden ser atendidas por quienes comprenden su contexto y están dispuestos a trabajar de la mano con la ciudadanía.

El tiempo de las mejores

En este contexto, el discurso de género debe trascender. Decir que “es tiempo de mujeres” no debe interpretarse como una consigna vacía, sino como un reconocimiento a los liderazgos femeninos que han demostrado ser una fuerza transformadora. Veracruz tiene ejemplos claros de mujeres que, con trabajo y dedicación, han marcado la diferencia en sus comunidades. Ellas deben ser las protagonistas de este proceso electoral, no las improvisadas ni las oportunistas que ven en la política un negocio personal.

La ciudadanía también tiene un papel crucial en este proceso. Más allá de los colores partidistas, los veracruzanos deben analizar a los candidatos y candidatas, cuestionar sus propuestas y exigir compromiso real. No basta con promesas de campaña; se necesita un historial de trabajo y congruencia que respalde sus aspiraciones.

El desafío de 2025

El próximo año no será solo una elección más; será una oportunidad para redefinir el rumbo de los municipios de Veracruz. Es tiempo de que los partidos escuchen a la ciudadanía y presenten a los mejores cuadros, hombres y mujeres, que realmente representen los intereses de sus comunidades. Y es tiempo de que los votantes sean críticos y exigentes, porque el futuro de Veracruz está en juego.

En este proceso, las mujeres tienen una oportunidad única para consolidar su liderazgo. Pero no se trata de llenar espacios por llenar. Es tiempo de las mejores: de las que han luchado, de las que entienden las necesidades de su gente y de las que están dispuestas a gobernar con compromiso y visión. Veracruz merece más, y en 2025, es nuestra responsabilidad elegir a quienes estén a la altura de ese reto.

Un llamado al cambio

Si queremos un Veracruz mejor, el cambio debe empezar ahora. Exijamos candidaturas responsables, analicemos a los aspirantes y votemos con conciencia. Porque el verdadero progreso no depende de promesas vacías, sino de acciones concretas y liderazgos genuinos. Es tiempo de mujeres, sí, pero sobre todo, es tiempo de las mejores.


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