En la cumbre de presidentes del Mercosur celebrada en Montevideo, el recién asumido presidente argentino, Javier Milei, lanzó duras críticas al bloque regional, al que calificó como "una prisión" que obstaculiza el desarrollo. Milei propuso reformas inmediatas, cuestionando el arancel externo común y abogando por mayor autonomía para que los países miembros puedan negociar acuerdos bilaterales sin depender del consenso del bloque. “Debemos aflojar las ataduras que hoy nos ahogan en lugar de fortalecernos”, declaró.
La postura de Milei resonó especialmente con Uruguay, cuyo presidente saliente, Luis Lacalle Pou, respaldó parcialmente sus comentarios. Lacalle destacó los desafíos históricos enfrentados por su país para avanzar en acuerdos externos, como el caso de China, y celebró la nueva apertura de Argentina al debate, aunque advirtió sobre el tono confrontativo del mandatario.
Por otro lado, el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, ofreció una defensa contundente del Mercosur como herramienta de integración y justicia social. “El Mercosur no es solo un espacio comercial, es un proyecto que busca reducir desigualdades y fortalecer la democracia”, afirmó. Lula enfatizó la importancia de temas como la igualdad de género, la lucha contra el racismo y la justicia social, conceptos que Milei rechaza como parte de la "agenda woke".
El encuentro evidenció las profundas diferencias entre los líderes. Milei, quien asumió la presidencia pro témpore del Mercosur, se mantuvo distante durante la cumbre, acompañado por su hermana Karina Milei y su ministro de Economía, Luis Caputo. Por su parte, Lula, visiblemente agotado, reiteró su visión de un Mercosur fuerte y solidario, citando al expresidente uruguayo José Mujica como inspiración para un proyecto integrador que beneficie a los sectores más vulnerables de América Latina.
La cumbre también celebró la conclusión del acuerdo de libre comercio entre Mercosur y la Unión Europea, tras más de tres décadas de negociaciones. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, calificó el pacto como “un mensaje poderoso al mundo”, destacando su relevancia tanto económica como política. Sin embargo, las tensiones entre Milei y Lula opacaron este logro.
El choque de posturas quedó sellado con un gesto simbólico: ninguno de los dos líderes participó en la foto oficial del evento, una clara señal de las dificultades para encontrar puntos de consenso en el bloque.
Este episodio marca un nuevo capítulo en la historia del Mercosur, con interrogantes sobre su futuro y el equilibrio entre la integración regional y los intereses nacionales de sus miembros.
Fuente: El País