Con la frase "Dios colocó un gigantesco tesoro bajo nuestros pies", el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, justificó en noviembre su propuesta para reactivar la minería metálica en el país. Este lunes, la Asamblea Legislativa, dominada por su partido, aprobó una ley que pone fin a la prohibición vigente desde 2017, abriendo la puerta a una actividad que podría transformar la economía salvadoreña pero también desatar graves consecuencias ambientales.
El Salvador forma parte del Anillo de Fuego del Pacífico, una región rica en minerales gracias a su intensa actividad volcánica. Según Bukele, estudios preliminares sugieren que el país podría tener hasta 50 millones de onzas de oro valoradas en más de $131 mil millones, equivalentes al 380% del PIB nacional. Sin embargo, estos datos han sido cuestionados por expertos que piden mayor transparencia.
La nueva Ley General de Minería Metálica otorga al Estado el control exclusivo de la extracción, permitiendo también la participación de empresas privadas bajo ciertas condiciones. Además, prohíbe el uso de mercurio, una sustancia altamente tóxica asociada con la minería artesanal.
El gobierno defiende la medida como clave para el desarrollo económico, señalando que los ingresos potenciales podrían "cambiar la economía de El Salvador de la noche a la mañana". Bukele ha argumentado que la tecnología moderna permite una minería más responsable, aunque reconoce que "no hay actividad sin impacto ambiental".
Sin embargo, activistas y expertos cuestionan estas afirmaciones. Pedro Cabezas, de la Alianza Centroamericana Frente a la Minería (Acafremin), señala que los yacimientos conocidos en El Salvador no son de alta concentración y que las cifras anunciadas por el presidente carecen de sustento técnico. "Sabemos que hay oro, pero no en la escala que se afirma", comenta.
La minería metálica fue prohibida en El Salvador en 2017 debido a su alto costo ambiental y social. En un país donde el agua es un recurso limitado, los detractores advierten que la extracción de minerales podría contaminar fuentes vitales y exacerbar problemas ambientales preexistentes.
El caso salvadoreño sigue la estela de otros países de la región. Mientras Panamá mantiene una moratoria minera y Costa Rica prohíbe la minería a cielo abierto, Bukele apuesta por convertir a El Salvador en un modelo de explotación "responsable", aunque enfrenta resistencia de sectores ambientalistas y de la población.
Por ahora, el regreso de la minería metálica plantea más preguntas que respuestas: ¿Realmente existen los yacimientos prometidos? ¿Quién se beneficiará de su explotación? ¿Y cómo se gestionarán los impactos ambientales? El tiempo dirá si este "tesoro divino" será una bendición o una maldición para El Salvador.
Fuente: BBC