El narcisismo en los líderes no es nuevo, pero el mundo digital amplifica su presencia, estos se mueven a partir de patrones de personalidad que influyen tanto en sus decisiones como en la forma en que proyectan su imagen pública. En la política, estos rasgos personales amplifican los efectos del narcisismo, especialmente cuando los líderes ven en las redes sociales un espejo donde sus virtudes se pueden multiplicar.
Podemos decir que el narcisismo es más que una palabra de moda. Es esa constante necesidad de aprobación y reconocimiento, de ser vistos como superiores y diferentes. ¿Y quiénes mejor que los líderes y figuras públicas para ejemplificarlo? Aunque no es un rasgo nuevo en la personalidad, lo que nos lleva a estudiarlo es cómo amplificado por el mundo digital, ha transformado el liderazgo político y su conexión con las audiencias.
Revisemos el mito de Narciso narrado por el psicólogo Efrén Martínez “el joven que se enamoró de su propia imagen reflejada en un lago y quedó plantado en el lugar. Hay otras variaciones de la historia, como la que cuenta que, al verse en el agua, se sintió tan cautivado por lo que observó que quiso besarlo, cayó y se ahogó. O la que dice que al contemplar su rostro y darse cuenta de que existía alguien más hermoso que él, y ante la imposibilidad de destruirlo, no lo soportó y se suicidó. No importa la versión, el resultado es igual: el exceso de amor propio se volvió contra sí mismo y terminó en tragedia”.
Martínez identifica diversos patrones de personalidad, como la creída o narcisista, sumisa o dependiente, tímida o evitativa, actoral o histriónica, perfeccionista u obsesiva, destacando que los individuos narcisos no se sienten tan perfectos, que son más bien inseguros, pero “su arte está en disimularlo y en probar que son fuertes e invulnerables.
Es así cómo se genera una paradoja: mientras algunos líderes encuentran en el “yo digital” una plataforma para reforzar su autoridad, otros comienzan a crear una imagen idealizada que los desconecta de la autenticidad, afectando su capacidad para liderar con honestidad y cercanía, esto lleva a reforzar la importancia de que exista un balance entre tecnología y la conexión humana porque es lo que hace la diferencia.
Los líderes de personalidad creída o narcisista, enfocados en la autoafirmación, son propensos a desarrollar un estilo de liderazgo que exige admiración. En redes sociales, esta necesidad se traduce en estrategias de comunicación calculadas, destinadas a proyectar una imagen de perfección. Un ejemplo es el expresidente brasileño Jair Bolsonaro, quien utilizó sus plataformas para proyectar una figura autoritaria, eliminando matices de vulnerabilidad y evitando admitir errores, el enfoque en la perfección crea una burbuja que refuerza su imagen de invulnerabilidad.
Los líderes con personalidades sumisas, dependientes, tímidas y evitativas buscan la aprobación de todos, adaptando su discurso para agradar a diversas audiencias. Aunque esta estrategia parece positiva, en realidad suele reforzar el narcisismo digital, pues prioriza la aceptación sobre la autenticidad.
En las redes, este tipo de líderes no confronta y evita comprometerse con posiciones controversiales, como se puede observar en algunos aspectos de la trayectoria de Emmanuel Macron. El presidente francés ha mostrado una postura adaptable a diversas demandas, lo que lo ha alejado de una identidad política clara y ha generado desconfianza en sectores de la población que perciben su estrategia como calculada.
Los líderes con una personalidad carismática encuentran en las redes sociales un escenario ideal para reforzar su autoimagen. Su estilo de comunicación suele ser cálido y cercano, pero en exceso, la necesidad de aprobación se convierte en narcisismo digital. Una figura que ejemplifica esto es el presidente ucraniano Volodymyr Zelensky, quien utiliza constantemente las redes sociales para conectar con el público de manera emotiva. Aunque ha fortalecido su imagen como líder, esta constante exposición también ha generado una dependencia de la aprobación pública.
Inteligencia Artificial y el Narcisismo en la política
Cuando el líder es prisionero de su algoritmo, solo escucha el eco de su propia voz. La inteligencia artificial añade una capa compleja al narcisismo digital. Algoritmos que optimizan los discursos para captar mayor atención o sistemas de análisis de audiencia crean una realidad moldeada por datos, lo cual refuerza la autoimagen de los líderes y los aleja de las críticas.
En el caso de líderes con rasgos narcisistas, la IA puede fortalecer una narrativa de superioridad, alimentando la idea de que la aprobación pública es masiva, cuando en realidad solo están viendo una burbuja filtrada que refuerza la autoimagen sin un feedback real.
La IA permite ajustar el mensaje en tiempo real, pero puede hacer que los líderes se conviertan en actores de su propia campaña y es que si monitorea cada reacción cabe preguntarse si está en riesgo que se pierda el liderazgo auténtico. La IA y el narcisismo digital no desaparecerán, pero los líderes pueden elegir cómo usarlos.
Hacia una Autenticidad Digital
Para que el liderazgo político evolucione en una era de narcisismo digital, es necesario que los líderes comprendan sus propios rasgos de personalidad, porque el verdadero liderazgo no necesita una aprobación constante ni un perfil sin errores; lo que necesita es empatía y conexión humana. En un mundo donde la admiración es efímera, los líderes que prioricen la autenticidad sobre la perfección serán los más valorados.
La transparencia, la empatía y la vulnerabilidad son características que inspiran confianza y permiten una conexión real con el público. En tiempos donde el narcisismo parece dominar la comunicación, los líderes deben recordar que la verdadera influencia proviene de la autenticidad y la integridad, no de la perfección inalcanzable.