Trump y el ascenso de la derecha global en América Latina

 
Estados Unidos

Donald Trump regresa a la Casa Blanca, respaldado por una victoria contundente tanto en el voto popular como en los colegios electorales, y con el control republicano del Senado y la probable mayoría en la Cámara de Representantes. Pero este no es solo un regreso político: Trump vuelve con un aura combativa, fortalecida por haber superado un atentado, múltiples demandas judiciales y una intensa campaña de críticas desde sectores progresistas en todo el mundo.

Este Trump, más beligerante y vengativo, se encargará rápidamente de desmentir la noción de su supuesto “aislacionismo”. Como máximo representante de la derecha global, su triunfo no solo refleja el respaldo de su base electoral, sino también las expectativas de sus aliados en distintos rincones del planeta, particularmente en América Latina.

En México y otros países de la región, se ha argumentado que el aislacionismo de Trump podría ser preferible a la intervención de un liderazgo demócrata. Sin embargo, esta suposición será rápidamente desmentida. Aunque México tiene una relación singular con Estados Unidos por su integración económica y su cooperación constante en temas de migración, seguridad y comercio, más al sur, en Centroamérica, el Caribe, los Andes o el Cono Sur, ya se ha sentido el peso del trumpismo.

El regreso de Trump al poder será celebrado por líderes de derecha en América Latina como Jair Bolsonaro, Javier Milei, Nayib Bukele y Daniel Noboa, quienes se apresuraron a felicitarlo tras conocerse los resultados. Estos líderes ven en Trump un modelo a seguir, un estandarte en su lucha contra las izquierdas de la región. Para ellos, no hay distinción significativa entre líderes progresistas moderados como Gabriel Boric o Lula da Silva y figuras autoritarias como Nicolás Maduro o Daniel Ortega.

Este pensamiento refleja la naturaleza de los extremismos, que tienden a borrar las diferencias entre sus opositores ideológicos. Así, el triunfo de Trump se percibe como un catalizador para consolidar una agenda conservadora continental que revive elementos del anticomunismo de la Guerra Fría.

Las derechas emergentes en América Latina no solo buscarán fortalecer sus posiciones políticas con el regreso de Trump, sino que también aprovecharán su figura para avivar las guerras culturales. La agenda conservadora, con tintes machistas, homófobos y racistas, encontrará en Trump un símbolo renovado, un “ave fénix” del conservadurismo, según sus seguidores.

Este panorama será especialmente complejo para las izquierdas democráticas de la región, que enfrentarán mayores desafíos debido al respaldo de Trump a las estrategias de derecha más radicales. Sin embargo, incluso las izquierdas autoritarias podrían verse afectadas. Aunque algunos sectores del polo bolivariano han mostrado simpatía por Trump, principalmente por su relación con Vladimir Putin y su postura frente a Ucrania, esto no los eximirá de sanciones más severas y presiones internacionales.

La derechización de América Latina bajo el influjo de Trump no solo tendrá un impacto político, sino que también profundizará las fracturas internas en los países de la región. Esto dificultará aún más la ya débil integración regional. Organismos como la CELAC, dominados por el bloque bolivariano, o el sistema iberoamericano, boicoteado por ciertas izquierdas en el poder, tendrán escaso margen de maniobra. Por su parte, no se espera que Trump impulse un fortalecimiento del marco interamericano ni de las Cumbres de las Américas.

Dos de los países más afectados por el regreso de Trump serán México y Cuba, dada su proximidad y dependencia de Estados Unidos. En México, Trump buscará cumplir sus promesas de reforzar la frontera, intensificar las deportaciones masivas, imponer mayores aranceles y adoptar una postura unilateral en la lucha contra el narcotráfico.

Cuba, por su parte, enfrentará una nueva oleada de medidas hostiles, que incluyen un endurecimiento del embargo y una mayor presión económica y diplomática. En un contexto de crisis económica, el impacto de estas políticas podría ser devastador para la isla.

El regreso de Trump marca una nueva etapa para la derecha global y para América Latina, donde las fisuras políticas se profundizarán, y el peso de una agenda conservadora transnacional desafiará las posibilidades de diálogo y estabilidad en la región.

Fuente: El País

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