La Asamblea Nacional de Nicaragua aprobó este viernes una reforma constitucional que refuerza el control del presidente Daniel Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, sobre los poderes del Estado, institucionalizando una sucesión dinástica.
La reforma, que abarca más de 100 artículos de la Constitución, fue avalada por unanimidad, reflejando el dominio absoluto del oficialismo en el parlamento. Como es habitual, los diputados del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y otros legisladores afines no cuestionaron ni modificaron las propuestas enviadas por el Ejecutivo.
El nuevo texto constitucional, que aún requiere la aprobación de una segunda legislatura en 2025 para entrar en vigor, consolida la subordinación de los poderes electoral, judicial y legislativo al Ejecutivo. Según la reforma, “la Presidencia de la República ejerce la jefatura de Estado y de Gobierno” y se promueve una supuesta “democracia directa” basada en la familia y la comunidad.
Entre los cambios más controvertidos, se establece la figura de “copresidentes” para el ejercicio del poder, lo que permite a Ortega y Murillo gobernar juntos por períodos de seis años, ampliando en un año la duración actual de los mandatos. Además, la bandera rojinegra del FSLN será reconocida como símbolo patrio, mientras que se restringe el derecho a la libertad de expresión y se crea una "Policía Voluntaria".
La comunidad internacional y líderes opositores exiliados han condenado esta reforma, señalando que legaliza la represión y las violaciones a los derechos humanos cometidas por el régimen desde su retorno al poder en 2007.
Este nuevo marco legal refuerza la concentración de poder y profundiza la crisis democrática en el país, dejando poco margen para la disidencia o el cambio político.
Fuente: La Prensa