El 29 de noviembre de 1984, a mediodía, la Sala Regia de los Palacios Apostólicos del Vaticano fue el escenario que selló la resolución de uno de los conflictos territoriales más complicados para Argentina: la disputa por el Canal de Beagle. Esta vía navegable de 200 kilómetros, ubicada al sur de Tierra del Fuego y al norte del cabo de Hornos, conecta los océanos Atlántico y Pacífico y ha sido foco de controversia entre Argentina y Chile desde 1811.
El centro del conflicto residía en la soberanía de las islas Lennox, Picton y Nueva, cuya relevancia económica se debía tanto a la riqueza de sus aguas y fondos marinos como a su ubicación estratégica hacia la Antártida. La situación estuvo a punto de desatar un conflicto armado en 1978, cuando las tensiones entre ambos países llegaron a su punto más crítico. Sin embargo, la intervención del Papa Juan Pablo II a finales de ese año evitó una invasión militar argentina a territorio chileno y una guerra abierta.
El fallo papal, que había sido aceptado por Chile, dejó a Argentina insatisfecha y, tras el cambio de gobierno, el presidente Raúl Alfonsín retomó las negociaciones. En una ceremonia celebrada en el Vaticano, se firmó finalmente el acuerdo, encabezado por el cardenal Agostino Casaroli. La delegación argentina estuvo presidida por el embajador Marcelo Delpech, mientras que la chilena fue dirigida por el coronel Ernesto Videla, un funcionario del régimen de Augusto Pinochet.
El proceso hacia la firma culminó en un referéndum no vinculante realizado en Argentina el 25 de noviembre de 1984, donde el acuerdo fue aprobado por el 82% de los votantes. Días antes, el canciller Dante Caputo y el dirigente peronista Vicente Leónidas Saadi protagonizaron un debate televisado que captó la atención del público, consolidando a Caputo como uno de los principales defensores del acuerdo.
Finalmente, el 28 de diciembre de 1984, la Cámara de Diputados aprobó el acuerdo con 127 votos a favor y 73 en contra. El 14 de marzo de 1985, el Senado ratificó la ley 23172, sellando el tratado con una votación de 23 a favor, 22 en contra y una abstención. Este proceso culminó en la firma del Tratado de Paz y Amistad, un hito que se conmemoró en el Vaticano, con la presencia de los cancilleres Dante Caputo de Argentina y Jaime del Valle de Chile.
Hoy, a 40 años de aquel momento histórico, el Tratado de Paz y Amistad sigue siendo un símbolo de cómo la diplomacia, la negociación y la voluntad política pueden resolver conflictos de larga data entre naciones vecinas.
Fuente: Perfil