Ante las devastadoras lluvias que continúan azotando a Honduras, varios alcaldes han alzado la voz para denunciar que los fondos destinados a la atención de emergencias son insuficientes, complicando aún más la situación de miles de damnificados.
Erick Chacón, alcalde de Sulaco, Yoro, recordó que durante las tormentas Eta e Iota, el Gobierno permitió a las municipalidades utilizar sus propios fondos para emergencias, prometiendo un reembolso que nunca llegó. “Necesitamos transferencias específicas para atender esta crisis, porque usar el presupuesto ordinario pone en riesgo las finanzas municipales”, afirmó.
Por su parte, Quintín Soriano, alcalde de Choluteca, criticó que históricamente su municipio ha enfrentado emergencias con recursos locales derivados de los impuestos. “La ayuda está centralizada y favorece más a las alcaldías alineadas con el gobierno. Lo que recibimos no es suficiente; hablamos de ‘cuatro bolsitas’ frente a miles de damnificados”, lamentó.
Desde Tela, Atlántida, el alcalde Ricardo Cálix informó que la evaluación de daños en su municipio se gestiona a través de los ministerios, pero advirtió que su comunidad necesitará al menos 50 millones de lempiras para recuperarse. “Con o sin apoyo del Gobierno, iniciaremos los trabajos necesarios para restablecer los servicios básicos”, aseguró.
Frente a estas críticas, el presidente de la Asociación de Municipios de Honduras (Amhon), Nelson Castellanos, defendió las acciones gubernamentales, señalando que se han transferido más de 1,000 millones de lempiras a 125 municipalidades en una primera etapa de ayuda.
Castellanos enfatizó que algunos municipios no han recibido fondos adicionales porque aún deben liquidar recursos previos. “Una vez que cumplan con los requisitos, se procesarán nuevas transferencias. Además, es necesario documentar el uso de los recursos en la emergencia para optar por reembolsos futuros”, explicó.
Mientras tanto, las comunidades afectadas siguen esperando soluciones inmediatas que les permitan enfrentar las inclemencias del clima y reconstruir lo perdido.
Fuente: El Tiempo