Michel Barnier, el veterano político conservador de 73 años, ha comenzado el difícil proceso de formar un "gobierno de unidad" en Francia, tras su nombramiento como primer ministro. Este gobierno dependerá en gran medida de que la extrema derecha, liderada por Marine Le Pen, no presente una moción de censura.
Este viernes, Barnier sostuvo reuniones iniciales con partidos de derecha y centro, buscando alianzas para estabilizar su gobierno. Primero se encontró con su antecesor, Gabriel Attal, de la coalición centroderechista de Emmanuel Macron, antes de mantener conversaciones con líderes de su propio partido, Los Republicanos (LR), que cuenta con 47 escaños en la Asamblea Nacional.
En una entrevista televisada, Barnier expresó su intención de incluir no solo a miembros de su partido y la alianza gobernante anterior, sino también a figuras de la izquierda, abriendo la posibilidad de un gabinete amplio. Sin embargo, la tarea se complica por el panorama político fragmentado. Las elecciones legislativas, adelantadas por Macron en junio, resultaron en una Asamblea Nacional profundamente dividida entre tres bloques, ninguno de los cuales tiene la mayoría absoluta.
Los Republicanos han mostrado disposición a colaborar con Barnier, pero con condiciones claras: demandan control fiscal, orden en las calles y una reducción en los niveles de inmigración. Mientras tanto, el partido de Marine Le Pen, Agrupación Nacional, ha decidido posponer cualquier moción de censura hasta que se conozca el plan de gobierno de Barnier, aunque dejó claro que no participarán en una coalición.
Le Pen ha señalado que sus prioridades incluyen mejorar el poder adquisitivo, reforzar la seguridad y reformar el sistema electoral. A pesar de que Barnier aún no ha hablado directamente con ella, indicó que considerará su propuesta de reforma electoral, pero consultará primero con otros partidos.
Entre las prioridades de Barnier como nuevo primer ministro se encuentra el control de la migración, mejorando el acceso a servicios públicos esenciales como la seguridad, la educación y el empleo. Sin embargo, su gobierno también enfrentará una moción de censura por parte del Nuevo Frente Popular (NFP), la coalición de izquierdas ganadora de las elecciones legislativas, cuyo éxito dependerá del apoyo de la extrema derecha.
Barnier se ha mostrado abierto a debatir la polémica reforma de pensiones de Macron, que ha sido uno de los puntos de conflicto más grandes del gobierno anterior, aunque no ha aclarado si está dispuesto a revertir el aumento de la edad de jubilación de 62 a 64 años.
La situación política en Francia sigue siendo incierta, mientras Barnier navega en el complejo escenario de formar un gobierno en medio de tensiones y divisiones partidarias.
Fuente: SWI