Los polos en el 2026: Sistema versus antisistema | Elliot Coen

 

Por Elliot Coen

No habían terminado las elecciones municipales en Costa Rica cuando ya se empezó a especular en las elecciones 2026. El primero en lanzar una posible coalición para enfrentar el 2026 fue Juan Carlos Hidalgo del Partido Unidad Social Cristiana. Antonio Alvarez Desanti fue más allá y planteo 5 ejes sobre los que debería descansar esta alianza politico electorera. Miguel Marti, días después, anuncia un nuevo movimiento donde invita a todos y todas a agruparse “bajo una misma bandera” para poder ganar las elecciones del 2026. 

Obviamente los líderes del Partido Liberal Progresistas y Nueva Republica, se negaron a esta posibilidad. Un error, desde mi perspectiva, toda vez que nunca hay que cerrar las puertas a gobernar por consenso, más en las circunstancias en que hoy tenemos que hacer política electoral como veremos más adelante.

La pregunta que muchos nos hacemos es: ¿Es necesario una coalición en el 2026 para ganar la elecciones al chavismo en febrero del 2026? Me gustaría responder desde la óptica que nos plantea Gabriel Gonzalez Molina en su libro Switchers S2 El segmento de la orfandad (Globl Talent University Press).

Los switchers son aquellos electores que se pasean de un péndulo a otro. Estos son los que siempre, finalmente, terminan inclinando una elección hacia uno u otro candidato y partido. 

La polarización que se da en la política ha venido mutando. Los polos donde se ubican los electores ya no son la izquierda o la derecha, los “progres”  o los “conservadores”, los polos de hoy en día son y, serán, para el 2026, el sistema y el antisitema.

La última encuesta del CIEP(Universidad de Costa Rica) nos confirma una aprobación importante hacia el chavismo del 55% a abril del presente año. El capítulo titulado “Apoyo al mandatario es personalista” nos da claras luces que estamos ante una estrategía clara de polarización. Este párrafo en particular llamó mi atención, cito: “

“Estos resultados tienen grandes implicaciones prácticas en materia de polarización política. Por un lado, los apoyos personalistas encuentran cabida en sociedades que atraviesan por procesos de polarización y división social, e incluso han derivado en hiperpolarización, un nivel extremo. La sociedad costarricense no está en esa condición, a pesar de que algunos indicadores muestran aumentos en la división de la sociedad. Los distintos intentos por radicalizar a la ciudadanía aún no han deparado esos resultados, aunque desde luego podría llegar a conseguirlo en el futuro cercano. Inclusive, la estrategia de convocar a un referéndum multi-temático planteado por el presidente Chaves puede interpretarse como un nuevo intento por polarizar a la ciudadanía. Se trata pues de un “proceso en construcción”.

Sin duda, el polo que representa el “antisistema” tiene una estrategia clara de polarización. La oposición a este o, mejor dicho aún, al sistema, al status quo, sigue sin estrategia, moviendo las “piezas del ajedrez” como siempre lo han hecho sin reparar que están perdiendo la batalla.  Mientras el antisistema sube en su cartelera boxística a la prensa canalla, al TSE, a la Contraloría, al Poder Judicial, al Congreso, a  Liberación, el PUSC y el Frente Amplio para boxear con ellos, estos, no han sabido cómo devolver los golpes. El antisistema, bajo el fuerte liderazgo de Chaves, nos están llevando a una pelea estelar peligrosísima: ricos contra pobres. 

En la acera del frente, mientras tanto, seguimos creyendo que los vamos a derrotar con nuevos partidos, sacando del escenario a los “mismos de siempre”, minimizando la exposición de los partidos tradicionales. Nada más lejos de la realidad.

¿Cómo superar a un polo monolítico que fácilmente tiene  al menos, un 40% del electorado como su capital político?

No hay duda que, al día de hoy, solo hay una forma: una alianza de partidos políticos, sectores y figuras públicas capaces de priorizar el rescate del país sobre sus deseos de victoria electoral. Quienes creen que basta con aglutinar el descontento hacia el gobierno alrededor de una figura y partido nuevo es suficiente comenten un grave error. Pensar así es buscar hacer de una segunda vuelta en las elecciones 2026 otro referéndum que es, precisamente, lo que busca el antisistema en el tanto, el otro lado, el sistema, esté pulverizado como lo está actualmente. 

Creer que el factor decisivo en las cabezas y los corazones de los ciudadanos es la figura política y el partido que representa, y/o las opiniones “positivos” y “negativos” es un camino simple una vez más diseñado por la oferta y no por la demanda como debe ser la política moderna.

En el libro de González Marín se plantea que solo hay 3 tipos de electores: los electores leales, los electores anti y los electores switchers. Los electores leales son los que ya definieron por quien van a votar, los electores anti son los que, con absoluta firmeza no van a votar por “x” o “y” candidato o partido y los switchers son los que no han decidido con absoluta firmeza su voto.

Los leales son los que conocemos como votos duros que son cada vez menos como consecuencia de la infinidad de desaciertos en lo económico, social y ético de los partidos tradicionales y, además, por un electorado cada vez más joven que tiene una relación distinta con los asuntos públicos y la política que la que teníamos las generaciones anteriores al 2000. 

Para ellos se debe generar una narrativa que busque endurecer ese vínculo emocional con el partido. Los electores leales los encontramos en ambos polos (Sistema y antisistema). Los anti, son los que no votarán, definitivamente, por un partido o candidato. Los anti son los que jamás votarán, por ejemplo,  por la izquierda o por la derecha, por el figuerismo o el calderonismo, por “un pandereta”, por un judío, etc., etc. Para ellos se requiere una narrativa que profundice en su antagonismo. De estos también los hay en ambos polos. 

Finalmente están los swichers que son quienes no han decidido con “absoluta seguridad y firmeza su voto”. Esta es la audiencia en disputa. Ahí la narrativa debe ser, necesariamente en función de satisfacer sus necesidades y deseos. Este grupo de electores es muy difícil de identificar en las encuestas y por ello, se falla mucho con la comunicación política dirigida a este elector.

La polarización como estrategia busca, precisamente, disminuir al switcher en función de uno u otro polo. Al día de hoy el Chavismo lo ha logrado. Tiene una estrategia clara y, con base a la encuesta del CIEP reciente, su capital político  sólidamente representa el 37% del electorado (Personalista).

¿Cómo superar ese 37%? Solo hay dos caminos necesariamente complementarios. La alianza o coalición por un lado y, una narrativa que rompa el bloque monolítico que posee Chaves. No hay otra.

La alianza o coalición de partidos, sectores y figuras públicas buscan sumar sus electores leales a un único polo, el del sistema. Aún así no alcanza. Si por ejemplo tomamos los datos de la encuesta de CIEP vemos que solo el 16% del electorado dice tener un vínculo con algún partido político. Es decir que da darse una hipotética alianza entre el PLN, PUSC, FA, por ejemplo sólo sumarían el 6,29% del PLN, el 4,64% del PUSC y el 1,6% del FA. Es decir que estos partidos apenas alcanzarían el 12,53% del electorado costarricense. Apenas un tercio del capital político que tiene hoy el chavismo. Un buen candidato sin duda podría doblar ese número pero aun así no alcanzaría para ganar la próxima elección sobre los antisistema. 

Por ello, la bandera inquisidora que algunos dirigentes de partidos han levantado es absolutamente contraproducente porque son tiempos de sumar y no de restar. Daño enorme le hacen a los llamados partidos grandes de Costa Rica. 

Los sectores, llamasen estos empresarios, cooperativistas, agricultores, cafetaleros, exportadores, turismo, sindicados, solidariastas, educadores, universitarios, etc., tienen que priorizar en una agenda país si queremos recuperar a Costa Rica en las próximas elecciones. No hay de otra. Si no queremos ver el país partido en dos, entre “ricos y pobres”, hay que sentarse a conversar por intereses y no por posiciones. Hay que priorizar el País.

Mientras tanto, bien harían todos, principalmente partidos políticos y figuras políticas tradicionales en entender que el elector que hoy apoya a Chaves es, motivado, principalmente por un resentimiento enorme, por un desánimo con los que prometieron que “todos andaríamos en BMW”.

La narrativa para recuperar ese elector anti que hoy apoya a Chaves y el switcher que aún no se decide pasa por reconocer los errores, enmendar y trazar una ruta creíble, una ruta posible. Los partidos y candidatos deben tener una actitud ejemplar que nos haga pensar a todos, que las motivaciones que tienen para buscar las elecciones del 2026 son la defensa de nuestra democracia, la igualdad social y la prosperidad de la mayoría.  Una alianza o coalición podría ejemplificar esa oferta.


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