Chile
Sin prisa, pero -a diferencia del refrán- sumido en una larga pausa se encuentra un conjunto de nombramientos que debía realizar este año el Congreso.
Hasta ahora hay seis cargos en distintos órganos del Estado que no se han llenado por falta de acuerdo: la jefatura de la Defensoría de la Niñez, dos ministros del Tribunal Constitucional, un cupo en la Corte Suprema, un integrante del Consejo para la Transparencia y un miembro del Consejo de Asignaciones Parlamentarias.
En casi todos estos casos, las propuestas de nombres han sido rechazadas por falta de votos. En su mayoría, estas designaciones requieren de un altísimo quórum para ser ratificadas: dos tercios de la Sala del Senado, es decir, 33 votos.
Algunas de estas nominaciones están pendientes desde el año pasado, como es el caso de dos cupos para el Tribunal Constitucional (TC).
El problema es que si se prolonga la falta de entendimiento entre el oficialismo y la oposición -condimentada además por conflictos internos en cada sector político, duelos corporativos entre el Senado y la Cámara y complejidades propias de estos procesos- en los próximos meses se irán acumulando más vacantes con otros dos integrantes de la Suprema, con el cargo de fiscal del mismo máximo tribunal, con otro consejero para la Transparencia que debe resolverse a fin de año y con el contralor general de la República, en vista de que Jorge Bermúdez culmina su período a mediados de diciembre.
Por lo pronto, en la lista de espera del Senado se encuentra la votación de la nueva propuesta que hizo la Comisión de Derechos Humanos para designar a la defensora de la Niñez.
Luego de que la proposición inicial de Rosario Martínez (RN) no lograra convencer a la mayoría (no contó con el apoyo del oficialismo ni de algunos senadores de derecha), ahora la comisión propuso a Blanquita Honorato, exsubsecretaria de la Niñez, ligada a la UDI. Su nombre surgió de una votación dividida y desde fines de agosto está en condiciones de ser discutido en la Sala del Senado. Sin embargo, el pronóstico es negativo y ante el riesgo de que se rechace, su proposición no ha sido puesta en tabla.
Una de las complejidades de este nombramiento es que es un cargo uninominal, que no puede ser “cuoteado” y difícilmente puede ser compensado con otras designaciones equivalentes. En el caso de la Defensoría de la Niñez, cuya jefatura está vacante desde julio, la postulación y nominación dependen exclusivamente del Senado y no intervienen otros poderes del Estado, por lo que tampoco opera la lógica de candidatos favoritos.
Fuente: La Tercera