Guatemala
Redacción Sufragio
La primera vuelta de las elecciones presidenciales en Guatemala ha dejado a los ciudadanos con un nombre esperado y otro que ha tomado a todos por sorpresa. A medida que el Tribunal Supremo Electoral (TSE) avanza en el escrutinio de las mesas, se confirma que la veterana candidata presidencial Sandra Torres y el aspirante de centro-izquierda Bernardo Arévalo competirán en la segunda vuelta el próximo 20 de agosto. Ninguno de ellos logró superar el umbral del 50% de los votos en la primera ronda.
La exprimera dama Sandra Torres, una figura persistente en el panorama político guatemalteco, ha emergido como la opción más votada con un 15,7% de apoyo. Aunque su trayectoria política ha evolucionado, desde sus inicios en la Unidad Nacional de la Esperanza hasta su tendencia más conservadora actual, Torres ha quedado cerca de la victoria en elecciones pasadas y busca finalmente lograr el cargo presidencial.
En un giro sorprendente, Bernardo Arévalo, cuyo partido nació de las protestas populares en 2015, se posicionó en el segundo lugar con un 11,8% de los votos. Aunque no era uno de los favoritos en las encuestas, su ascenso es visto por analistas como un rechazo a la "vieja política" y una respuesta al sistema político actual.
Los resultados también revelan un nivel significativo de descontento entre la población. El voto nulo fue la opción preferida por el 17,3% de los guatemaltecos, reflejando el hartazgo por la corrupción estatal, acusaciones de fraude y el bloqueo de candidatos por parte de las autoridades electorales.
La alta abstención, que llegó al 40% de los votantes convocados, también sugiere una profunda desilusión. Aunque es una cifra tradicionalmente alta en el país, estos números indican un sentimiento generalizado de desencanto con el sistema político.
En la segunda vuelta, Torres se presenta como una figura con experiencia en programas sociales y una transformadora en la lucha contra la pobreza, aunque enfrenta altos niveles de "antivoto". Arévalo, por su parte, representa la sorpresa y promete luchar contra la corrupción y fortalecer la democracia, atrayendo a sectores jóvenes y urbanos.
La elección de Guatemala se mantiene como un campo de incertidumbre político y social, donde los candidatos se preparan para competir por el liderazgo de un país ansioso por un cambio real y efectivo en su sistema gubernamental.