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Claudia Sheinbaum es la aspirante de Morena mejor evaluada entre la población, de acuerdo con un seguimiento a las encuestas que se han publicado en los últimos meses. La medición de atributos es utilizada por la mayoría de las casas encuestadoras para tener un perfil más amplio de los candidatos a puestos de elección popular y se perfila como uno de los criterios determinantes en la carrera por la sucesión dentro del partido gobernante. La ex jefa de Gobierno de Ciudad de México aparece a la cabeza en criterios como la honestidad, la cercanía a la gente, el cumplimiento de sus promesas de campaña y como la que mejor representa a la Cuarta Transformación frente a las otras corcholatas, como se conoce coloquialmente a quienes aspiran a hacerse con la candidatura. En cambio, dentro de los parámetros analizados, Marcelo Ebrard solo sobresale por su conocimiento sobre el país.
El acuerdo alcanzado el pasado domingo 11 de junio entre las corcholatas incluyó una peculiar y relevante negociación sobre el método de selección. El excanciller había propuesto que el método de selección fuera una encuesta de pregunta única donde se preguntara directamente por la preferencia de candidato o candidata, una aproximación estándar que contaría con la ventaja de la claridad en el resultado. Pero frente a esta alternativa se ha defendido un cuestionario de múltiples preguntas donde además de la preferencia por candidato se pregunte a la población por determinados “atributos” relevantes de los aspirantes. Esta postura es congruente con ejercicios pasados en Morena, y agrega complejidad al proceso. Según la secretaria general del partido, Citlali Hernández, este parecía un tema ya superado a favor del cuestionario amplio, donde incluso mencionó que cada pregunta tendría el mismo peso a la hora de ponderar al ganador. Sin embargo, el exsecretario de Relaciones Exteriores sigue poniendo presión para que ya defina la metodología.
Mientras la Comisión de Encuestas de Morena trabaja en la forma final del cuestionario, los equipos de Ebrard y Sheinbaum aún no se han puesto de acuerdo sobre cuántos atributos deberían incluirse, qué debería preguntarse y cómo se ponderarán estos criterios. Sheinbaum, mejor posicionada en estos criterios, defiende que la encuesta interna siga una metodología similar a la que ha utilizado el partido en otras elecciones. Ebrard, en cambio, prefiere que se pregunte directamente a quién prefieren los encuestados como candidato. Está previsto que los otros participantes también se sienten en la mesa de negociaciones para llegar a un acuerdo sobre la metodología en los próximos días.
En un escenario hipotético de seis atributos más la pregunta de preferencia directa, la diferencia a favor de la ex jefa de Gobierno es de seis reactivos favorables contra uno de Ebrard. Eso dicen los resultados que se desprenden de un análisis las encuestas que son relativamente comparables entre sí por la manera en que plantearon estas preguntas de atributos.
A la luz de estos datos, parece difícil ignorar que la mayoría de atributos correlacionan con la preferencia de liderazgo: la primera y el segundo en las preguntas sobre atributos coinciden en casi todos los casos con ese mismo orden en las encuestas sobre elección específica de un líder. Sheinbaum podría usar este patrón para fortalecer su posición simultáneamente en la carrera general y en las de los atributos, diversificando sus estrategias de victoria. El hecho de que también encabece la cuestión sobre la herencia de la 4T morenista contribuye a esta potencial diversificación: en el eterno debate que mantiene la investigación politológica sobre si los votantes eligen a ciertos políticos por sus cualidades específicas o porque se alinean más con el partido al que se sienten más cercanos, la exjefa del gobierno capitalino se está mostrando competitiva en todos los frentes. La dificultad para Ebrard está en encontrar cómo desacoplar al menos alguno de ellos para recuperar el terreno en una batalla que, según los datos aquí volcados, se le plantea cuesta arriba.
Fuente: El País